lunes, 29 de diciembre de 2014

Mis lecturas favoritas en 2014

No sé si son las mejores, pero son las que más he disfrutado durante este 2014. Muchas de ellas las he compartido con vosotros, otras tantas han caído en mis manos por recomendaciones de unos y otros y al final, por una razón u otra, estos títulos son los que más me han calado. ¿Los habéis leído?


 “Un monstruo viene a verme”, por Patrick Ness.
Basada en una idea original, y por desgracia inacabada, de Siobhan Dowd, Patrick Ness construye una hermosísima metáfora del sufrimiento y el dolor, del amor y los demonios interiores que nos castigan. Disfrazada de novela juvenil, “Un monstruo viene a verme” se erige como una novela atemporal y disfrutable a cualquier edad. Hay que leerla.

“El vigilante”, por Peter Terrin.
Una lectura diferente, inclasificable, que mantiene al lector sumido en un profundo estado de claustrofobia y tensión. Peter Terrin juega a la distopía, el thriller y la ciencia ficción en esta compleja y oscura metáfora de nuestra sociedad. Un interesante ejercicio literario, en todos los sentidos, que seguro que os sorprenderá si decidís darle una oportunidad.

 “El cielo en un infierno cabe”, por Cristina López Barrios.
Realidad y fantasía se dan la mano en esta novela de Cristina López Barrios. La autora mezcla con tino alquimia, ritos, hospicios y a la Santa Inquisición en una compleja trama poblada de sólidos personajes que sustentan el peso de la historia. A todas estas bondades hay que sumarle que está deliciosamente escrita. ¿Alguien da más?


 “Consummatum Est”, por César Pérez Gellida.
Augusto y Ramiro se despiden de los lectores por todo lo alto en el desenlace de la trilogía “Versos, canciones y trocitos de carne”. César Pérez Gellida mantiene las virtudes de sus dos novelas anteriores y pule lo que tocaba, regalándonos un colofón perfecto. La buena música que les acompaña resonará en nuestros oídos por mucho tiempo.

“El brillo de las luciérnagas”, por Paul Pen.
El brutal despliegue imaginativo de Paul Pen se extiende por cada rincón del sótano en el que se ambienta “El brillo de las luciérnagas”. Una novela claustrofóbica, adictiva, poseedora de todos los ingredientes de un buen thriller pero aderezada por una ternura muy especial encarnada en su protagonista.

 “La joven de las naranjas”, por Jostein Gaarder.
“La joven de las naranjas” es una carta póstuma, la historia de un amor esquivo y casi imposible, es pura sensibilidad, que no sensiblería. La delicada, amable prosa de Jostein Gaarder se atreve a hablar de la vida, la muerte, los deseos y el destino a través del diálogo entre padre e hijo, separados ambos por los años y la muerte del primero.


 “Yo antes de ti”, por Jojo Moyes.
La encantadora novela de Jojo Moyes gustó, creo, a todos los que participamos en su lectura conjunta. No es para menos. Una prosa fresca y ágil, unos protagonistas con mucho carisma y una trama que bordea el drama sin llegar nunca a caer en él. La autora bucea con milagrosa sensibilidad en temas delicados, casi tabú en nuestra sociedad, y sale más que airosa del trance. La historia de Will y Lou no os defraudará, que no os engañe ésa horrible portada. ;)

“El tango de la guardia vieja”, por Arturo Pérez Reverte.
Cuando Pérez Reverte escribe por devoción y no por obligación, el resultado es siempre el mismo: una gran historia. En este caso, la de Max Costa y Mecha Izunza. Una historia de amor hilvanada en tres tiempos y tres escenarios distintos, de Buenos Aires a Sorrento, de los tugurios de mala muerte donde se baila el tango de la guardia vieja a hoteles de lujo. Un viaje relatado por la intensa prosa de Pérez Reverte, de tono pausado, triste, desgarrado. Una novela para leer con el ánimo propicio, a sabiendas de que se trata de una de ésas historias en las que cuesta entrar, pero aún más salir de ella.


miércoles, 24 de diciembre de 2014

Homenaje a Ágatha Christie


El 12 de Enero es el aniversario de la muerte de la gran dama de la novela negra: Ágatha Christie.

Teresa, de Leyendo en el bus, y Pedro, de El búho entre libros, nos animan a homenajearla de la mejor forma posible: dejándonos seducir por uno de sus títulos. No será que no hay donde elegir. Además, los organizadores nos lo ponen fácil, ya que si no encontráis ningún título por casa, nos proponen un sorteo con novela a elegir.

Yo hace años que leí sus títulos más emblemáticos: "Diez negritos", "Asesinato en el Orient Express" o "Cianuro espumoso". Así que esta vez cambio de tercio y mi lectura será "Testigo de cargo", una estupenda colección de nueve relatos cortos.
Las reseñas se publicarán hasta el 15 de febrero. ¿Nos acompañas?

Además, algunas editoriales se han animado a colaborar en este pequeño homenaje y desde Versátil, Alfaguara y AlRevés, ofrecen algunos de sus títulos más "negros" para participar. Podéis hacerlo hasta el 15 de febrero.




domingo, 21 de diciembre de 2014

"Viajo sola", por Samuel Bjork.

Qué os voy a contar de “Viajo sola” que no os hayan contado ya. Habréis leído en mil reseñas lo adictiva que es, lo buenos que son sus personajes. Pero es que es cierto.

Mi tormentosa relación con la novela negra nórdica no pasa por su mejor momento. Los autores de aquellas tierras me cansan pronto. Me pasó con Camilla Lackberg, con Asa Larsson, con Stieg Larsson… Su ambientación tan fría, a veces tan compleja y tan alejada de nuestro mundo (me acuerdo por ejemplo de “El último lapón” de Olivier Truc) me saturan enseguida.

“Viajo sola” sabe mantenerse en un buen medio entre la tradicional novela negra nórdica y el thriller americano más convencional, pero a un tiempo, se atreve a sacudirse ciertos tópicos y nos trae a un protagonista muy alejado del típico detective atormentado y puñetero que solemos encontrar. Holger es un tío bonachón, amable, con el que empatizas enseguida. Samuel Bjork transfiere todas ésas características a la segunda de a bordo. Mia es la que habrá de ayudar a Holger si sus demonios se lo permiten.

A pesar de este dúo protagonista tan acertado, el autor dibuja con acierto y mimo a un puñado de secundarios que a ratos, convierte la novela casi en coral. A ratos me recordaba a una de ésas series americanas procedimentales en las que siempre conviven carismáticos protagonistas con secundarios encantadores, tipo Bones o Criminal Minds.

Donde sí encontramos todos los ingredientes propios del género negro es en la estructura de “Viajo sola” y en el estilo de su autor. Las diferentes líneas argumentales se presentan a través de capítulos cortos, de un altísimo ritmo, escritas de forma sencilla y directa. Así, en las primeras páginas, ya quedas atrapado por la trama.

Una trama bien construida, bien hilvanada, compleja en apariencia pero que personalmente, intuí demasiado pronto. Aún así, saber quién era “el malo” de la historia no le quitó un ápice de intensidad a la lectura, y eso dice mucho en su favor.


Si en estos días os pasa como a mí, que buscáis libros que os ayuden a descansar y desconectar, “Viajo sola” es una buenísima opción. Os mantendrá más que entretenidos y os alejará, seguro, del murmullo de Papás Noeles, renos y campanillas que nos martillean ahí afuera.

martes, 16 de diciembre de 2014

"El susurro de la caracola", por Màxim Huerta.

Las primeras líneas de “El susurro de la caracola” transcurren en el módulo 9 de una cárcel para mujeres. Ángeles acaba de llegar. En un corcho, pega y despega con mimo las fotos elegidas para acompañarla en su estancia. En este caso, quizá, no son las típicas fotos que tú, o yo, pegaríamos llegado el caso. Porque si miráis de cerca, igual reconocéis al chico de las fotos. Siempre el mismo. Marcos Caballero, el actor. Marcos de frente. Marcos posando. Marcos pillado con una chica saliendo de un bar. Marcos exhibiendo su adorada colección de caracolas. Marcos, Marcos, Marcos…

Ángeles le vio por primera vez en un cartel gigante, empapelando un edificio enorme, en una de ésas calles mastodónticas de Madrid. Y ahí empezó todo. La pobre perdió el aliento y, un poco también, la cordura. La que no había perdido ya antes. Probablemente, lo peor de este caso sea que Ángeles ya pasó hace tiempo la adolescencia, la pre madurez y cualquier estado que justifique, de algún modo, su incomprensible pasión. Ángeles se enamora de Marcos de verdad. Por eso empieza a frecuentar su barrio, a rondar su puerta, a usar otro nombre… Vaya, que todo empieza a írsele de las manos.

Esta es la segunda novela de Màxim Huerta que tengo la oportunidad de leer. Y no será la última. Qué suerte haberme sacudido los prejuicios, porque resulta que he descubierto a un autor que me gusta. Me gusta mucho. Tiene un estilo propio, fácilmente identificable. Tanto “La noche soñada” como “El susurro de la caracola” comparten un tono pausado, impregnado de cierta melancolía. En ambas se visitan ciertos lugares de la infancia, poblados de mujeres avasalladas por hombres. Mujeres que siempre son madres, abuelas. Mujeres que cocinan dulces tradicionales y lloran en la cocina a escondidas. No sé cuánto hay de autobiográfico o de obsesión personal en este aspecto, pero es curioso como aparecen escenas ciertamente similares en las dos novelas (no sé si ocurre con el resto, tendré que descubrirlo). Pero es realmente agradable la ternura que imprime el autor en estos instantes.

De la mano de ése estilo tan característico, conoceremos a la Ángeles del pasado: niña y adulta, antes de Marcos Caballero. Y poco a poco, entenderemos que antes de la que ahora conocemos, hubo otra mujer: una Ángeles menos estrafalaria, más anclada al mundo real.

Una trama capaz de provocar desconcierto, tristeza, a veces cierta hilaridad, compasión. Incluso todo a la vez. Tejida con habilidad, parece no avanzar demasiado hasta que, de repente, ocurre algo que lo pone todo patas arriba. Concluida la primera parte, la historia se desliza con algo más de agilidad hasta un final que a mí personalmente me cogió desprevenida. No lo esperaba para nada. Quizá algún lector más espabilado, o que hubiese ido sobre aviso, hubiera podido intuirlo. Yo no. Lo mejor es que, además de sorprender, cohesiona todo lo anterior y le da sentido.

Intuyo que es un libro que, al igual que ocurría en “La noche soñada”, exige cierto nivel de conexión emocional con la historia para poder disfrutarla. Hay que entrar en ella y dejarse llevar un poquito, ser paciente y conectar con el estilo de Màxim Huerta. Eso no es fácil, ni difícil, simplemente ocurre o no. Incluso pasará o no dependiendo del momento del lector, sus circunstancias y sus vivencias personales.

Yo, en lo personal, os animo a hacer el complicadísimo ejercicio de abstracción de olvidar su rostro televisivo, y darle una oportunidad. Solo para ver qué os hace sentir. Si no conectáis, a otra cosa. Pero si lo hacéis, tendréis en vuestro haber a un nuevo contador de historias. Yo le seguiré leyendo, a ver qué más descubro.

miércoles, 10 de diciembre de 2014

"¿A qué llamas tú amor?", por Pilar Muñoz.

Pocas veces un título resulta tan elocuente, tan descriptivo de lo que se halla en su interior. “¿A qué llamas tú amor?” es una reflexión sobre eso, sobre el amor, en todas sus versiones: el amor platónico e idealizado; el amor cotidiano, aplastado por años de rutina pero, quién sabe, quizá vivo y jadeante; el amor confundido con el sexo, el sexo confundido con el amor; el amor nuevo que asusta; el amor incondicional por los hijos ausentes, presentes, o condicionado por los hijos del otro.

Dentro de este pequeño ensayo sobre la naturaleza del amor, Jana se erige como protagonista, pues su voz será la que narre la historia. Una Jana a la que descubrimos cansada, hastiada, ahogada por un matrimonio del que ya no se siente parte. Hasta que un día, decide dar un paso hacia adelante, terminar con Julio y abandonarse en los brazos de Hugo, un compañero de trabajo, que le ofrece la atención que su marido ya no le prestaba. Con él, Jana se embarca en un juego sexual que evoluciona de forma sorprendente, pero tremendamente creíble.

“¿A qué llamas tú amor?” es una novela erótica, y si decidís entrar en ella, debéis saber que vais a encontrar escenas de alto voltaje, con un alto contenido sexual y un lenguaje explícito pero muy cuidado, muchísimo más elaborado que lo que se suele encontrar en el género últimamente. Conforme la relación de Hugo y Jana avanza, las escenas descritas suben de tono de forma progresiva. Pero no gratuitamente. Porque aquí nada es tan ideal como nos lo quiso contar Anastasia Steele y su señor Grey. No os desvelaré más de ésa evolución, pero creo que Pilar Muñoz ha sabido ir un paso más allá y contar algo que hasta ahora, nadie se había atrevido a mencionar en este género.

Como os podréis imaginar, las bondades de la novela residen en todos aquellos aspectos que trascienden a la simple novela erótica. Más allá de las distintas visiones que retrata del amor, la autora dota de gran importancia al contexto en el que se mueven Jana, Julio, Hugo… Tras su historia, y como ya ocurría en su anterior novela, “Los colores de una vida gris”, toma un gran protagonismo el dibujo que Pilar Muñoz hace del entorno en el que sus personajes conviven. Una sociedad azotada por la violencia de género (física, pero también psicológica), el acoso laboral o la corrupción política. Aspectos que no aparecen de manera anecdótica, sino que forman parte del paisaje de la novela.


“¿A qué llamas tú amor?” es una historia de ritmo pausado, con un tono entre lo melancólico y lo pasional, que no se presta a una lectura rápida o de ésas para desconectar del mundo exterior. La propia Jana, en sus diálogos (interiores y con el resto del mundo) nos invita a la reflexión. Nos pregunta a la cara qué haríamos nosotros en su situación. Y cuando uno cierra sus páginas lo hace con una sensación de cierta amargura, porque el amor nunca es perfecto, siempre tiene matices, luces y sombras que lo envilecen y lo hacen grande, dependiendo del momento y la persona, de sus propios límites y el concepto que cada cual tiene de él.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

"La ridícula idea de no volver a verte", por Rosa Montero.

A veces (tengo) la idea ridícula de que todo esto es una ilusión y que vas a volver. ¿No tuve ayer, al oír cerrarse la puerta, la idea absurda de que eras tú?

Es Marie Curie la que escribe esas palabras. La Marie Curie desconocida para el mundo. La que según sus propias palabras, aúlla como un animal salvaje, comida por el dolor tras la muerte de su marido Pierre.

La ignorancia es atrevida. ¿Sabéis quién era para mí Marie Curie antes de leer ésos retazos de su diario? Era una señora estirada, muy seria, vestida de negro. Una mujer sin más pasiones que el radio y el polonio, casada con un hombre igualmente frío, habitantes ambos de un laboratorio inhóspito. Sin hogar, sin más vida que su trabajo, partícipes de un matrimonio aséptico.

En un fuego enorme arrojo los jirones de tela recortados con los grumos de sangre y los restos de sesos. Horror y desdicha, beso lo que queda de ti a pesar de todo.

“La ridícula idea de no volver a verte” ha puesto patas arriba mi visión de la primera mujer que ganó un Nobel, la única que lo ha logrado en dos ocasiones. El diario que Marie Curie escribe tras la muerte de Pierre, atropellado por un carruaje, es dolor en un estado tan puro como el del radio que logró obtener. Es un dolor inconcebible, incomprensible, que rompe los esquemas de una mujer que había sido capaz de luchar contra todo pero que se encuentra desarmada e incapaz de manejar su nueva situación. Más allá de la pérdida, es el relato de una mujer tremendamente apasionada y vulnerable.

¿Qué aporta la autora Rosa Montero a todo esto? Mucho, objetivo y subjetivo. Dibuja con eficacia, por un lado, una biografía de la científica polaca desde su infancia hasta su muerte en 1934, prestando especial atención al contexto histórico y social en el que Marie Curie desarrolló su labor. Un mundo regido por hombres en el que no era corriente que una mujer despuntara en los terrenos que ella transitaba.

Aporta también Rosa Montero algo de ella misma, de su propia biografía, y trata de enlazar, unas veces con más tino que otras,  la pérdida de Marie con la suya propia tras el fallecimiento de su marido. No seré yo quien diga que los sentimientos de la autora son menos importantes que los de la Curie, pero es que ella misma confiesa que no es amiga de exhibirse, por lo que da la sensación de que su relato queda algo opaco, descafeinado. Sobre todo si lo comparamos con la exarcebada pasión y el desgarro  que se leen en el diario de Marie Curie.

Es una lástima que a ratos, Rosa Montero, a pesar de su agradable prosa, se vaya por los cerros de Úbeda con todo el equipaje. En su retrato de la época, y en su intento de enlazarlo con la sociedad de hoy, a la autora se le va la mano con el machismo, el feminismo y sus propios demonios. Y todo ello aderezado con una serie de hastag, cuyo propósito desconozco pero que me parece que están totalmente fuera de lugar con el tono y la historia que se nos está contando.

¿Hay que leerlo? Sí. Marie Curie lo vale. Sólo por sus palabras, escritas de primera mano en su diario, hay que echarle un vistazo. Al fin y al cabo, ella es el alma de estas páginas.