No sé si son las mejores, pero son las que más he disfrutado durante este 2014. Muchas de ellas las he compartido con vosotros, otras tantas han caído en mis manos por recomendaciones de unos y otros y al final, por una razón u otra, estos títulos son los que más me han calado. ¿Los habéis leído?
“Un monstruo viene a verme”, por Patrick Ness.
Basada en una idea original, y por desgracia inacabada, de Siobhan Dowd, Patrick Ness construye una hermosísima metáfora del sufrimiento y el dolor, del amor y los demonios interiores que nos castigan. Disfrazada de novela juvenil, “Un monstruo viene a verme” se erige como una novela atemporal y disfrutable a cualquier edad. Hay que leerla.
“El vigilante”, por Peter Terrin.
Una lectura diferente, inclasificable, que mantiene al lector sumido en un profundo estado de claustrofobia y tensión. Peter Terrin juega a la distopía, el thriller y la ciencia ficción en esta compleja y oscura metáfora de nuestra sociedad. Un interesante ejercicio literario, en todos los sentidos, que seguro que os sorprenderá si decidís darle una oportunidad.
“El cielo en un infierno cabe”, por Cristina López Barrios.
Realidad y fantasía se dan la mano en esta novela de Cristina López Barrios. La autora mezcla con tino alquimia, ritos, hospicios y a la Santa Inquisición en una compleja trama poblada de sólidos personajes que sustentan el peso de la historia. A todas estas bondades hay que sumarle que está deliciosamente escrita. ¿Alguien da más?
“Consummatum Est”, por César Pérez Gellida.
Augusto y Ramiro se despiden de los lectores por todo lo alto en el desenlace de la trilogía “Versos, canciones y trocitos de carne”. César Pérez Gellida mantiene las virtudes de sus dos novelas anteriores y pule lo que tocaba, regalándonos un colofón perfecto. La buena música que les acompaña resonará en nuestros oídos por mucho tiempo.
“El brillo de las luciérnagas”, por Paul Pen.
El brutal despliegue imaginativo de Paul Pen se extiende por cada rincón del sótano en el que se ambienta “El brillo de las luciérnagas”. Una novela claustrofóbica, adictiva, poseedora de todos los ingredientes de un buen thriller pero aderezada por una ternura muy especial encarnada en su protagonista.
“La joven de las naranjas”, por Jostein Gaarder.
“La joven de las naranjas”
es una carta póstuma, la historia de un amor esquivo y casi imposible, es pura
sensibilidad, que no sensiblería. La delicada, amable prosa de Jostein Gaarder
se atreve a hablar de la vida, la muerte, los deseos y el destino a través del
diálogo entre padre e hijo, separados ambos por los años y la muerte del
primero.
“Yo antes de ti”, por Jojo Moyes.
La encantadora novela de
Jojo Moyes gustó, creo, a todos los que participamos en su lectura conjunta. No
es para menos. Una prosa fresca y ágil, unos protagonistas con mucho carisma y
una trama que bordea el drama sin llegar nunca a caer en él. La autora bucea
con milagrosa sensibilidad en temas delicados, casi tabú en nuestra sociedad, y
sale más que airosa del trance. La historia de Will y Lou no os defraudará, que
no os engañe ésa horrible portada. ;)
“El tango de la guardia vieja”, por Arturo Pérez Reverte.
Cuando Pérez Reverte
escribe por devoción y no por obligación, el resultado es siempre el mismo: una
gran historia. En este caso, la de Max Costa y Mecha Izunza. Una historia de
amor hilvanada en tres tiempos y tres escenarios distintos, de Buenos Aires a
Sorrento, de los tugurios de mala muerte donde se baila el tango de la guardia
vieja a hoteles de lujo. Un viaje relatado por la intensa prosa de Pérez
Reverte, de tono pausado, triste, desgarrado. Una novela para leer con el ánimo
propicio, a sabiendas de que se trata de una de ésas historias en las que
cuesta entrar, pero aún más salir de ella.