La muerte llega a Roma
a las doce menos diez minutos de la noche con un tren de alta velocidad
procedente de Milán. Del coche de lujo extrañamente no sale nadie. Todos los
pasajeros están muertos.
La subcomisaria
Colomba Caselli, que acaba de reincorporarse al servicio tras su último y
escalofriante caso, es quien se encarga de evaluar la masacre. Aunque todo
apunta a un ataque de terrorismo y el ISIS reivindica la autoría a través de un
vídeo, Colomba prefiere pedir consejo a la única persona capaz de ver lo que
nadie más ve: su excolaborador Dante Torre, al que no dirige la palabra desde
hace meses. Este deberá juntar los indicios uno a uno hasta llegar al Ángel.
Aún me dura la resaca literaria de “El Ángel”. A pesar de
haberla dejado reposar un par de días, con la firme intención de escribir sobre
ella en frío, las buenas sensaciones no sólo permanecen sino que se
intensifican. Mucha culpa la tiene ése final que te asesta un golpe tan brutal
que me obligó a volver a leerlo un par de veces, pasadas las horas, para poder
digerirlo. Pero no sólo de giros imprevisibles vive el lector.
Y es que “El Ángel” es mucho más que un thriller trepidante,
porque de estos los hay a patadas y pocos, muy pocos, son tan buenos como esta
y la anterior novela de Dazieri. El italiano se erige como un narrador
descomunal, que maneja los tiempos a la perfección, como si se tratara,
permitidme el símil pero no se me ocurre otro más gráfico, de un piloto de
Fórmula Uno. Apurando la frenada y dejándose llevar, cuando hace falta, por la
inercia de unos giros imposibles, poniendo al frente a dos personajes a los
que, me temo, me faltan palabras para definir.
Dante y Colomba son el alma de esta novela, como ya ocurría
con su predecesora. Él, un héroe extremadamente frágil e inteligente,
claustrofóbico, adicto a las pastillas y al café, atormentado por los demonios
de un pasado de torturas y encierro. En contraposición una Colomba fuertísima,
temida y respetada a partes iguales dentro del cuerpo de policía. Testadura,
obcecada y golpeada aún por los ecos de El
Desastre. Ambos se complementan y se compenetran, generando una química
palpable y muy intensa. Juntos se mueven por una trama que arranca coqueteando
con la actualidad, con un atentado presumiblemente perpetrado por el ISIS, pero
que pronto nos llevará mucho más atrás, hasta la Guerra Fría y las cárceles del
antiguo régimen soviético.
En ocasiones, la trama se complica tanto que se desborda y se
acusa alguna pequeña bajada de ritmo, especialmente en la parte que se
desarrolla en Alemania, con la introducción de un par de personajes que rompen
la dinámica Dante – Colomba. Pero aún así, Dazieri remonta con maestría y la
novela retoma un ritmo aún más acusado que se mantiene hasta las últimas
líneas.
Una trama llena de persecuciones, giros, deducciones y
engaños que desemboca en un final que no le voy a perdonar a Dazieri mientras
viva (y eso que algo me vi venir), y que nos deja, como ya hizo con su anterior
novela, con la miel en los labios esperando la siguiente entrega.
Leedla. Y si no habéis leído la anterior, leedla primero. Que
os va a gustar, os lo prometo.