Si “Extraños en el tren
nocturno” fuese una película en vez de un libro, es muy probable que Alfred
Hitchcock hubiese estado encantado de dirigir su primera parte, David Fincher
habría hecho virguerías con la segunda y la tercera habría quedado para un
director majo de acción rollo Pierre Morel. La novela de Emily Barr parte de
una interesante premisa y una excelente ambientación que no logra mantenerse
hasta el final. Pero es que era difícil.
Lara Finch es una mujer
aburrida, en una ciudad aburrida, casada con un hombre que la aburre
soberanamente. Lara se asfixia, y así lo cuenta, en primera persona. Lara es
una gran narradora, y por eso uno rápidamente se mete en su pellejo. Un trabajo
en Londres se erige como su única opción para tomar aire, una salida para pasar
cinco días fuera de casa y volver cada viernes a Cornualles en el tren
nocturno. En ese tren conocerá a Guy, un tipo terriblemente encantador. No os
cuento más. Esta es una de ésas historias en las que cuanto menos se sepa,
mejor.
Como os decía, “Extraños
en el tren nocturno” tiene un arranque brutal. La narración de Lara tiene
fuerza, es una heroína inmoral, hastiada, a la que tú, lector, quieres ayudar a
escapar. Ése tren nocturno resulta un escenario sugerente y propicio para la
seducción y el misterio. Un tren de pequeños vagones que pasa la noche
traqueteando mientras sus habitantes beben gintonics en el bar y se rozan
inevitablemente al cruzarse por los estrechos pasillos. Sobre los personajes, y
sobre el lector, flota la sensación de que algo va a ocurrir. Y también de que
algo ocurrió que, de algún modo, nos ha traído hasta aquí. Y hasta aquí habría
filmado Hitchcock.
En la segunda parte, Iris
toma el relevo de Lara y la narración pierde un poquito de fuelle. Y aún así,
la intriga se mantiene aún cuando cambiamos el tren nocturno por un Londres
gris y bullicioso. Sigue existiendo el misterio, la tensión, la expectación. Y
poco a poco, la narración va ganando en ritmo y en esta ocasión eso no es
bueno. Porque la intriga va derivando en una novela de la acción más básica,
con un malo tremendamente malo, intentos de huída in extremis y algún mamporro
que podría haber firmado Liam Neeson. La historia sigue siendo entretenida pero
ahora nos falta el encanto inicial.