Si tuviese que destacar una novela por encima de todas, sería "Los amores perdidos" de Miguel de León. Conmovedora y maravillosamente escrita, la historia de Arturo Quíner y Alejandra Cortés se me quedó muy dentro y se coló, sin avisar, en esa lista que cada cual tenemos de lecturas especiales.
Los mismos calificativos me sirven para hablar de "Patria", de Fernando Aramburu, el sorpresón de este año. Poco os puedo yo decir de ella que no sepáis ya. Hay que leerla.
Allá por Enero también leí dos historias muy distintas entre sí pero que me dejaron huella: "La ley del menor", de Ian McEwan y "Tierra de brumas", de Cristina López Barrios. Con el autor británico era la primera vez que intimaba, y vaya sensaciones me dejó. A la prosa de Cristina López Barrios ya la conocía de antes, y siempre es un placer reencontrarse con ella. Ambas historias exigen tiempo, silencio y calma para adentrarse en ellas, pero le devuelven a uno la inversión con creces.
En cuanto al thriller y la novela negra, dos géneros (o uno) que frecuento muy a menudo, no ha sido un año particularmente destacable en lo personal aunque me ha servido para darme cuenta de que cada vez disfruto más del apartado psicológico y menos de lo truculento. Destacaría "Sé dónde estás", de Claire Kendal, una novela perturbadora, de ésas de atmósfera opresiva, que habla también, con un enfoque muy particular, de violencia de género.
Disfruté también, durante las vacaciones de los dos volúmenes publicados hasta ahora de la que será una pentalogía protagonizada por el padre Marcus, de la mano del italiano Donato Carrisi: "El tribunal de las almas" y "El cazador de la oscuridad".
Y dos autores que nunca fallan también me lo hicieron pasar en grande: Federico Axat, con "La última salida", y César Pérez Gellida, con "Sarna con gusto".
Fue este 2016 también un año de descubrimientos, en el que me acerqué por primera vez a dos autoras que llevaban años en mi lista de pendientes: Amèlie Nothomb y Carol Joyce Oates. De la primera leí "Diario de Golondrina", que me dejó sensaciones encontradas", y de la segunda "Mágico, sombrío, impenetrable", un libro de relatos que me agradó mucho.
También se cuelan entre mis mejores momentos lectores de este año dos autoras mucho menos conocidas pero a las que pienso seguir la pista muy de cerca: Cristina Campos ("Pan de limón con semillas de amapola") y Neïra, mi descubrimiento "indie" de este año, autora de la bilogía de Daniela: "Fuimos un invierno" y "Fuiste mi verano".
No quisiera terminar esta entrada sin agradecer vuestras visitas a pesar de este año tan irregular en todos los sentidos, y daros las gracias por seguir descubriéndome lecturas a las que de otro modo, no llegaría. Ahora que tanto se discute sobre la utilidad y la motivación de los blogs literarios, creo que ése es el fin último y también el más sencillo: compartir nuestra afición literaria.
Os deseo una feliz salida y entrada de año, y que nos sigamos leyendo en este y en vuestros rincones.
Un abrazo.