“El color del perdón” es,
ante todo, una novela valiente. Lo es porque se decide a ahondar en un tema que
a todos nos resulta, de un modo u otro, incómodo y doloroso. Y lo es también
porque lo hace sin perder de vista la naturaleza misma de la historia. Conservando
lo que es en esencia, un thriller psicológico, pero sin tirar de recursos
fáciles. En la novela de María Suré apenas hay acción o giros imprevistos, todo
fluye con naturalidad hacia donde debe ir. La tensión se halla en otro lugar,
de otra forma.
Jane es una de esas
mujeres, otra más, a la que el amor se le tornó en pesadilla. De forma
paulatina, casi sin darse cuenta, el Jason que le regaló los instantes más
mágicos de su vida se ha convertido en una bestia de la que se siente incapaz
de escapar. Jane vive paralizada por el miedo, esperando inmóvil la bofetada
definitiva. Una llamada comunicándole que han hallado el cadáver de su padre,
desaparecido cuando ella era una niña, resulta ser el detonante que Jane
necesita para empezar a moverse de una vez por todas.
Empezaba la reseña
diciendo que es esta una novela valiente. Y lo es desde todos los ángulos.
Valientes son sus personajes, y arriesgada su construcción. No era fácil lo de
Serena, la amiga de Jane, dotada con un extraño poder para ver el color de las
emociones. Es posible que si me lo hubiese contado cualquier otro, no me
hubiese creído nada de ésa mujer, tan fuerte en la apariencia y tan frágil por
dentro. Si esto fuese una película, Serena sería la típica robaplanos. Un personaje entrañable y lleno de matices, con una
atípica conexión emocional con Jane, que me ha conquistado. Del mismo modo lo
han hecho el resto de personajes. La evolución de Jane me ha parecido creíble,
tan complicada como debe de ser en realidad decidirse a salir del bucle en el
que vive. Jason también resulta un personaje muy logrado, con esa dualidad
propia de los maltratadores, que lloran después de dañar.
“El color del perdón” es
un thriller psicológico intenso, muy intenso, pero aquí el lector no aprieta
los dientes ante un miedo desconocido o sobrenatural. La tensión reside en la
situación que vive Jane, en el terror a la próxima salida de tono de la persona
con la que vives, a la duda constante de si te matará mañana. Es una historia
dura pero narrada con buen gusto y solvencia por una autora a la que habrá que
prestar mucha atención de aquí en adelante, por lo que cuenta y por cómo lo
cuenta.
Quisiera cerrar mi reseña
disculpándome con María Suré por la tardanza en leer su historia, que tan
amablemente me ofreció, y que he ido demorando por razones que nada han tenido
que ver con su novela que, como veis, me ha gustado mucho. Gracias María, por
tu paciencia. ;)