“El aviso” es una novela
que debería haberme gustado más. Me molesta, me da rabia que su lectura me haya
dejado algo indiferente, que no me haya dejado poso ni me haya quitado el
sueño. Me fastidia porque creo que es una buena novela: hay unos personajes bien
construidos y una trama interesante, que reta al lector; la prosa del autor
funciona bien, a pesar de que se nota que Paul Pen es guionista antes que
escritor. ¿Qué ha pasado entonces?
Probablemente, ha jugado
en su contra lo mucho que me gustó “El brillo de las luciérnagas”, la segunda
novela del autor, que leí antes que esta. No os voy a descubrir nada de ella
que no os hayan contado ya. No es ni siquiera justo comparar “El aviso”, un
debut literario, con una segunda novela que en términos generales, siempre está
más pulida en todos los aspectos. Lo realmente justo sería abordar esta reseña
olvidándome de mi anterior acercamiento al autor. Pero uno no puede hacer
ciertos ejercicios de abstracción. “El brillo de las luciérnagas” es una novela
que impacta, que llena, fascinante y adictiva. Y aunque uno no quiera, es
inevitable tener ésas sensaciones a flor de piel cuando uno se acerca de nuevo
a un autor que le ha provocado tanto.
En “El aviso”, Paul Pen
juega con uno de los conceptos más inspiradores de la literatura de ciencia
ficción: ¿Está escrito el destino? ¿Venimos aquí con fecha de caducidad? Y de
ser así, ¿se puede cambiar? Contada en dos líneas temporales alternas, el peso
de la historia recae sobre dos personajes: Aarón y Leo. En ellos dos invierte
el autor gran parte de la novela, dibujando con mimo su psicología y sus
circunstancias, dotándoles de una base sólida y creíble para sustentar la
acción posterior. Un trabajo de chinos, minucioso y algo ingrato, porque hace
que la trama se ralentice en su primera mitad, dejando la sensación de que
falta algo de ritmo. El cuerpo del lector pide más marcha mientras se desliza
por las páginas al ralentí.
Se dedica también gran
parte de la primera mitad a construir la peculiar ambientación de esta historia
en una especie de pequeña gran urbe, a caballo entre la ciudad satélite y la
urbanización pija, con un marcado acento americano que va mucho más allá de la
gasolinera con su rótulo de “Open”. En Arenas de la Despernada hay de todo y de
nada falta: atracos, parques acuáticos, niños acosados en el colegio, madres
desnaturalizadas y números. Hay números, fechas por todas partes. Casualidades,
coincidencias. Más números escondidos entre historias que Aaron, en su línea
temporal, deberá comprender, ordenar, para
poder salvar al niño Leo, el niño del futuro, dentro de nueve años.
“El aviso” es una novela
arriesgada, valiente, pulcra y bien medida. Es una buena novela a la que quizá
traiciona levemente su ritmo. Muy cinematográfica y visual, si en algo iguala
esta primera novela a “El brillo de las luciérnagas” es en su capacidad para
provocar sensaciones viscerales, vehementes, en el lector. Pero sobre todo, “El
aviso” sirve para apuntar definitivamente a Paul Pen en mi lista de autores fetiche,
esos que se leen sí o sí.
Empezaba esta reseña
diciendo que no había terminado de convencerme esta novela. Y aún así, todo lo
que se me ocurre decir de ella es positivo. Supongo que eso es bastante
significativo, ¿verdad? ;)