La historia nunca ha sido lo mío, supongo que es bueno
partir de ahí a la hora de encarar esta reseña. Ni me gustó como asignatura en
su momento ni frecuento demasiado el género literario. En el instituto, hubo un
par de cursos en que aborrecía la asignatura a más no poder. Sólo en mi último
año me topé con un profesor que me enseñó a tolerarla y casi a disfrutarla. Su
mayor virtud, que yo recuerde, era su sencillez a la hora de narrar hechos
históricos. Lo contaba como quien te cuenta, con un café por medio, lo que le
pasó a la amiga de su amiga la semana pasada. Con él aprendí a digerir aquella
bola indigesta que era para mí su asignatura. Aprendí a deducir, a que era más
importante el por qué, que si aquello fue en abril o en mayo. Quizá sea que soy
algo estrecha de entendederas, pero necesito luz y claridad para acercarme al
género. Y justo eso es lo que no he encontrado en "La maldición de los
Montpensier", una novela puramente histórica que no he conseguido
disfrutar.
Y es que lo más llamativo de esta novela de Francisco Robles
no es tanto lo que cuenta sino el cómo lo cuenta. Es obvio que el autor conoce
a la perfección los hechos que nos está narrando, que hay una labor ingente de
documentación tras estas "memorias" de la Infanta María Luisa
Fernanda de Borbón y que se trata de un instante histórico digno de profundizar
en él. Pero Francisco Robles se vale de un estilo tan sumamente recargado y
descriptivo que la narración se hace lenta y, me perdonen, soporífera. No se le
puede negar su capacidad para recrear lugares y atmósferas, especialmente la
del palacio de San Telmo y las calles de Sevilla, pero uno termina saturado ante
ese estilo barroco y oscuro.
El elemento de intriga que se introduce, con la muerte del
escultor Antonio Susillo y su relación con la Infanta, deja enseguida de
mantener cualquier atisbo de tensión y mi interés al respecto se diluyó más pronto
que tarde, sobrepasada por la cantidad de datos, personajes y saltos en el
tiempo que van sacudiendo la historia.