Érase una vez una
bellísima condesa que habitaba en un enorme castillo. Era una dama de noble
cuna, emparentada con la más alta realeza de su tiempo. Una mujer que no sólo
era hermosa, sino que también era culta, encantadora, una magnífica amazona y
poseedora de una vasta biblioteca. Hablaba además varios idiomas, algo
impensable en plena Edad Media, y salía de cacería vestida con pantalones. Y
hasta aquí el cuento de hadas, porque nuestra condesa, de nombre Erzsébet de
Báthory, Isabel, es también una de las mayores asesinas en serie de la
historia. Haciendo gala de una extrema afición por la sangre de jovencitas,
Erzsébet se empeñó en buscar en ella el secreto de la eterna juventud,
llevándose por delante la vida de más de seiscientas niñas y adolescentes.
Basándose en este personaje, entre la historia y la leyenda, Myriam Millán
construye su novela “La hija del dragón”, un thriller de ésos que te dejan
pegado a sus páginas.
Contada a través de dos
líneas temporales alternas, Érzsébet es la protagonista absoluta de una de
ellas, a mi parecer la más interesante, y en la que encontramos el origen de la
trama que se desarrolla en la actualidad, protagonizada por una serie de
personajes que vienen de la anterior novela de Myriam Millán, “Décima Docta”,
que no he leído y que he echado de menos a la hora de enfrentarme a esta que os
traigo, porque todo el tiempo he tenido la sensación de que me faltaban datos.
Así que mi recomendación, si os queréis acercar a este thriller, es que lo
hagáis en orden. Quizá por ése vacío de información no me han llegado tanto los
personajes de Nel y Natalia, ni ésa extraña conexión que hay entre ellos. Las
alusiones a lo ocurrido en “Décima Docta” son recurrentes y además, me temo,
revelan información importante. Así que, lo reconozco, me han resultado algo
deslavazados estos dos. Pero es que la sombra de la condesa de Báthory es
alargada, y eclipsaría a cualquiera.
La estructura de la
novela, armada en capítulos cortos que alternan ambas líneas de acción, hacen
de “La hija del dragón” un thriller clásico: la dotan de un ritmo trepidante y
muy ágil. La narración de Myriam Millán es sencilla y ajustada a la historia
que se trae entre manos, aunque la novela agradecería mucho una revisión
ortográfica y gramatical profunda que corrigiera, entre otras cosas, el caótico
uso de los signos de puntuación. También sería recomendable un pequeño recorte
de la parte central, en la que a causa de la similitud de las tramas de las dos
líneas temporales y a la extensión de la novela, el lector acaba saturado entre
tanta sangre y aparato de tortura medieval.
Ay, el Medievo. Qué
tiempos, qué caldo de cultivo para los locos. Ahí sí acierta de pleno Myriam
Millán. La ambientación y el desarrollo de la línea temporal protagonizada por
la condesa sangrienta, como se conoce a Érzsebet, no sólo está excelentemente
documentada, sino que además la autora consigue transmitir la frialdad, la
humedad, la niebla y la oscuridad que habitan en el castillo de Cacthice y sus
aledaños.
Me gustaría cerrar mi
reseña agradeciendo a la autora su generosidad, ofreciendo su anterior novela a
los participantes de la lectura conjunta pero, sobre todo, exponiéndose y
participando activamente en los comentarios que han ido surgiendo a lo largo de
la lectura conjunta que nos propuso Laky. Ya me gustaría ver a algunos de ésos
que tanto venden sometiéndose voluntariamente a examen y siendo partícipes de
ello. Se agradece la humildad y el respeto. Espero leer pronto “Décima Docta” y
tener los deberes hechos para ésa tercera novela que espero, esté en camino.