«Desear un vestido
rojo es un pecado espantoso si eres mujer. Porque de entrada el primer
pecado es darse cuenta de que es -en definitiva es la verdad- una
mujer; porque el segundo pecado es creer ingenuamente que es
una mujer como las demás, que podría expresarse como las demás; porque el tercer
pecado es decirse que al fin y al cabo sí que puede desear algo y
expresarlo; porque el cuarto pecado es tener un deseo propio
que hace tomar consciencia de que podría tener una existencia propia; porque
el quinto pecado es querer existir en toda regla, y el sexto
pecado le hace decir ingenuamente que necesita creerlo, y entonces
llega el séptimo pecado , el séptimo pecado hace que surja en
ella la idea de que es un individuo.»
La joven en cuya
cabeza pululan estas palabras vive en un suburbio de París, tiene una hija de
diez años y un marido que ha trazado para ellas un plan lleno de fronteras. La
joven en cuya cabeza pululan estas palabras ha visto un vestido rojo en un
escaparate, ha intentado comprarlo pero no puede. Piensa en que quizás, algún
día, su hija pueda ponérselo en su nombre. Desea que, algún día, su hija se lo
ponga en su nombre.
La joven madre que
desea el vestido rojo no sabe leer. Sin embargo, acaba de llevar a casa un
libro que ha encontrado en el descansillo de su piso. Podría ser del vecino,
pero lleva varios días ahí y no lo ha recogido. Ella no sabe leer, pero su hija
sí. Ese libro no puede estar ahí por casualidad. ¿Quién es ese Kant que habla
de atreverse, de conocerse, de la necesidad de ilustrarse, de saber, para ser
un individuo completo, una persona? La joven madre no es una joven madre
cualquiera. Es francesa, pero no es blanca ni católica. La joven madre de esta
novela es un fantasma que se esconde tras un burka.
Qué mezcla de sensaciones me deja esta historia, qué sabor
tan agridulce, en todos los aspectos que podáis imaginar. En las pocas páginas
que la conforman conviven la belleza y el horror, la esperanza y la negación. Y
en mi caso en particular, también han cohabitado distintas sensaciones a lo
largo de su lectura. En ocasiones me he sentido realmente zarandeada por la
tragedia de esa joven que vive tras el burka, pero en otras tantas también he
tenido la sensación de que la autora se queda en la superficie, en el cliché, y
no ahonda tanto como quisiera aparentar en ciertas cuestiones.
Porque la postura inicial, el punto de partida, es quizá
demasiado obvio. Una mujer joven, de religión musulmana, madre de una niña, que
vive parapetada tras un burka que ella no ha escogido llevar. Hasta aquí todo
bien, pero plano, sencillo y muy mascado. Y a mí me habría gustado que Lamia
Berrada se atreviera a introducir algún elemento que rompiera con lo esperado.
Por ejemplo que ella sí hubiese elegido, en algún momento, llevar ese burka.
Que hubiese en la protagonista, despojada incluso de nombre propio, una
aceptación previa, aunque fuese errónea. O que el marido no fuese un puro
cliché, eso también habría estado bien. Pero la autora francesa se limita a dar
vida a una joven a la que siempre se le ha dicho qué hacer, cómo actuar, qué
llevar, adónde ir. Probablemente la realidad de muchas mujeres en el mundo, en
eso llevará razón. Quizá soy yo a la que le gusta complicar demasiado las
cosas.
A pesar de ello, hay pasajes en la narración realmente bonitos,
otros tantos que de verdad te zarandean, que te incomodan. Como mujer, me
llevaban los demonios. Al fin y al cabo, todas hemos querido llevar, alguna
vez, un vestido rojo, que aquí no es más que un símbolo de la libertad.
Estudiar, crecer, conducir, acostarte con quien te plazca, tener o no tener
hijos. No importa el qué, lo que importa es el poder elegir. Acercarte a la
tienda, que se halla al traspasar los límites establecidos, tocar el vestido,
dejarlo caer sobre el cuerpo, querer llevarlo y llevarlo.
Curioso el revulsivo que la autora elige para marcar el
punto de inflexión en la historia de la mujer. Ni más ni menos que un libro de
Immanuel Kant, filósofo de la Ilustración y autor de la "Crítica de la
razón pura", abandonado bajo su felpudo. Una lectura que la joven no puede
abordar, porque nunca aprendió a leer, pero que irá desgranando con la
complicidad de la niña. Y que la llevará a desear, cada vez con más fuerza, el
vestido rojo.
Qué maravillo es que una novela te sacuda por dentro y te haga sentir. Un tema muy interesante. Desde luego le voy a dar una oportunidad.
ResponderEliminarBesos
Es importante que una historia breve impacte y transmita. No lo conocía, lo anoto para más adelante, ahora no tengo el cuerpo para esta narración.
ResponderEliminarBesos
Jo, pues al margen de algunos tópicos, a mi esta cultura y la vida de estas mujeres siempre me gusta conocerla. Ya me he metido el libro en la wishlist de Amazon 😂😂😂. Si comprara todo lo que tengo...
ResponderEliminarBesos
Pues lástima ese sabor agridulce... pero de todas formas creo que ahora mismo este no sería un libro para mí.
ResponderEliminarUn beso
Creo que no me lo llevo, no me llama mucho la atención y tengo demasiado pendiente.
ResponderEliminarBesos
Con esta no creo que me anime, pero gracias por tu reseña :)
ResponderEliminarBesos!
No sé, Mara. Me gusta mucho lo que cuentas pero de verdad que no tengo claro que pueda ser una lectura para mí, tengo que darle una vuelta.
ResponderEliminarBesos.
Holaaa
ResponderEliminarPues me ha llamado la atención. Me apetece tener una lectura de este tipo en estos momentos la verdad^^
Un beso
No sé si me llegaría a gustar, pero me parece muy interesante lo que nos cuentas de esta novela. No la conocía, pero me la apunto por si se cruza en mi camino.
ResponderEliminar¡Besos!
Mira que leyendo el comentario de Manuela me he sentido identificada... son justamente las palabras que quería poner. La verdad es que lo cuentas tan bien que te pica la curiosidad y las ganas de leerlo... pero por otro lado, ainsss... yo ultimamente leo para relajarme y no me apetece mucho meterme en estos berenjenales... no sé, no sé...
ResponderEliminarUn besazo
No me veo leyéndolo, quizá este es más para Moniki. No obstante, leí uno parecido (por decir algo, porque no se parece tampoco mucho) que he de confesar que me encantó y que, si no has leído, te recomiendo encarecidamente: Cometas en el cielo.
ResponderEliminarUn beso ;)
Pues no sé...me dejas con dudas y con tus mismas sensaciones contrarias. Hay cosas que me animan como las referencias a Kant y ese vestido rojo, pero también he leído algo sobre el tema y me gustaría que no sea lo de siempre. Lo pienso, no lo descarto todavía.
ResponderEliminarBesitos
Yo lo voy a descartar a pesar de que creo que me gustaría pero hubiera necesitado que te convenciera por completo para animarme.
ResponderEliminarUn beso
Está claro que este es un ejemplo de esos libros que por su título o portada jamás me habrían llamado la atención, pero después de leerte estoy deseando hincar el diente. Me parece un tema muy interesante y auguro que muy bien tratado, de los que te dejan esa sensación agridulce en el cuerpo a medida que lees.Y muy cierto que como mujer hay ciertas cosas que te arañan porque no es ni justo ni coherente que en los tiempos que corren aún existan culturas donde hasta lo más ingenuo esté prohibido.
ResponderEliminarUn abrazo!
No conocía este libro, y por lo que cuentas, creo que podría disfrutar con esta lectura.
ResponderEliminarBesotes!!!
Pues no la conocía y no me importaría leerla.Me atrae loq ue cuentas.
ResponderEliminarNo lo veo claro. No sé si en este momento podría disfrutar se su lectura.
ResponderEliminarUn beso ;)
Ummmm, no sé... alguna cosa que cuentas me gusta y otras no... Me quedo agridulce yo también XD
ResponderEliminarBesos.
Me quedo con dudas, por un lado me gusta lo que transmites en tu reseña, pero no se si yo la disfrutaría tanto...
ResponderEliminarBesos
He tenido este libro en las manos un montón de veces, y al final siempre acabo dejándolo en su sitio y comprando otro. Y después de leerte, a pesar de esos "perillos", creo que si vuelvo a cruzarme con él en la librería lo voy a comprar.
ResponderEliminar¡Besote!
Me pasa como a las inquilinas. Lo he tenio en mis manos muchas veces, y al final no me decidía. Después de leerte puede que me anime, me parece peculiar, diferente. Un besote!
ResponderEliminarPues no sé, creo que las pegas aunque no te hayan pesado demasiado sí que te han "estropeado" un poco la sensación. No me voy a arriesgar.
ResponderEliminarBesos
Por ahora no me lo llevo que tengo mucho pendiente y no termina de llamarme del todo.Besinos.
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