Cuando una novela de apenas 270 páginas te dura más de cuarenta días, algo
no va bien. A veces, como en el amor, es simplemente un “no eres tú, soy yo”.
Al final, “La botella del náufrago” y yo quedamos como amigos, sin enfados, sin
malestar, pero sin nada memorable que recordar. Y es verdad, no fue su culpa.
Fui yo, fue mi apatía, fueron los astros que andaban mal alineados.
Posiblemente en otro tiempo, en otro momento, habría sido una historia que
podría haberme gustado mucho.
Una terrible ola de calor, pastosa e insufrible, azota la capital. No da
tregua ni siquiera a medianoche, cuando los locos y los tristes sacan a pasear
sus penas a través de las ondas. Julián Chacón escoge las llamadas más
deprimentes, las más chocantes, y las pasa a antena. En medio de un ambiente
tan lúgubre, le llega a Julián una llamada de auxilio desde el rellano de su
escalera. Pronto se verá envuelto en una red de trata de blancas, convertido
casi por casualidad en archienemigo de un matón con experiencia.
Me gustan tanto los antihéroes… Julián Chacón lo encarna a la perfección.
No tiene nada, ya lo perdió. Vive en un piso anodino, sale a diario a un parque
de bancos oxidados a pasear a un perro viejo y cansado; trabaja en un programa
radiofónico donde no existe el optimismo. Chacón es un personaje magníficamente
construido, pero no lo son tanto sus actitudes, que en ocasiones me han
parecido poco creíbles. Quizá porque si eres de verdad un antihéroe, lo más
cómodo es seguir saliendo en pantuflas a tirar la basura en lugar de embarcarte
en un periplo por los puticlubs de media España. Ya os digo, quizá fui yo, que
no estaba por la labor de creer en nada. Al otro lado, como antagonista, un ser
despreciable, algo, demasiado maniqueo, demasiado repulsivo, demasiado,
demasiado.
La novela se desarrolla como la ola de calor que asfixia a Chacón y sus
congéneres, despacio, llena de seres y ambientes sórdidos, deprimentes, que se
meriendan tu estado de ánimo sin que te des cuenta. Quizá por eso me ha sido
imposible disfrutar de la novela como es probable que merezca. Porque
últimamente tengo la sensación de que el día a día ya nos come la moral lo
suficiente como para no alimentar la desazón con lo que uno lee.
No me dejó buenas sensaciones y aún no sé por qué. Siempre se dice, en estos
casos, que quizá otro lector encuentre algo que yo no supe ver. Pero en este
caso no es un formulismo, ni es decoro. Es la pura verdad. La novela de Antonio Jiménez Barca
se merece una lectura en estado de optimismo, para facilitar su digestión y
apreciar sus bondades, aunque yo no haya sabido escarbar en ellas.
Por lo que dices no es para mí o no es momento de leer este libro
ResponderEliminarGracias por la reseña
Besitos
A pesar de que no tiene mala pinta, tengo mucho pendiente y lo dejo pasar.
ResponderEliminarUn beso
No conocía este libro, y leyendo tu reseña no me entran ganas de leerlo, la verdad.
ResponderEliminar¡Un abrazo!
Me atrae la historia pero el hecho de que a ti no te haya convencido y el que yo ande cargada de libros pendientes hacen que me decante por dejarla ir.
ResponderEliminarBesos
Uy, lo que dices ya al principio no me atrae. Por lo que nos cuentas en la reseña, no me veo leyéndola. Besos.
ResponderEliminarPues a pesar de que la trama me gusta... eso que te haya dejado así no me gusta... por ahora lo dejo pasar.
ResponderEliminarBesos
Ufffff, creo que no estoy en el mejor momento anímico para este tipo de libro.
ResponderEliminarBesos
Si es que el calor es muy malo, ha debido desprenderse de la lectura y hacerse fatigoso. Es verdad que cuando no cuaja una historia pro corta que sea cuesta un trabajito terminarla..., como del género tengo más que recomendaciones esta la dejo aparcada hasta más ver.
ResponderEliminarBesos
No me llama esta vez así que voy a dejarla pasar.
ResponderEliminarBesotes!!!
Creo que muchas lecturas requieren un estado de ánimo concreto para enfrentarse a ellas, y este puede ser el caso. Todo lo que me has contado sobre el protagonista me gusta, pero ahora mismo no tengo el ánimo para este tipo de historias... Así que lo reservaré para cuando el cuerpo me pida una novela así. 1beso!
ResponderEliminarA veces simplemente no conectamos con una historia por mucohs motivos.
ResponderEliminarEs curioso porque eso me está pasando a mí con un libro, y fíjate que sólo me queda un capítulo y no acabo de lanzarme a terminarlo. Y pensaba justo lo mismo: malo que esté tardando tanto en leerlo, no me llega, no...
ResponderEliminarPues nada, como que te agradezco que no hagas mi lista más infinita.
Un abrazo
A veces es verdad que el momento en el que estemos infuye en nuestras lecturas, pero también lo es que si fuera un libro para ti hubieras podido sacarle algo más a pesar de tu momento.
ResponderEliminarEn mi caso me llamaba la atención el título y la portada, pero creo que tampoco es para mí.
Besos!!
Pues me voy con cierto alivio, la verdad... Uno menos que apuntar
ResponderEliminarbesos
Pues creo que este me lo salto =)
ResponderEliminarBesotes