lunes, 14 de diciembre de 2015

"El final del Ave Fénix", por Marta Querol.

“Otra noche más. Tal vez fuera la última. Envuelta en la luz mortecina de aquella habitación la veía respirar desde mi cama, gemela a la suya, con esa dificultad propia de quien está llegando a su final, pero con la determinación de quien nunca se ha rendido.”

Con estas tres líneas comienza “El final del Ave Fénix”, de Marta Querol. Un prólogo que merece, por sí solo, la lectura de las más de 500 páginas que componen la novela. Un puñado de páginas iniciales absolutamente sobrecogedoras, tristísimas, bellas. Asistimos con Lucía, de su mano, a la agonía de Elena, su madre. Un instante universal, comprensible, imaginable y doloroso para cualquiera, narrado con una deliciosa delicadeza. Terminé ésas primera páginas con lágrimas en los ojos y realmente tocada, pero también movida por la curiosidad necesaria para afrontar el viaje al pasado, a la historia de Elena Lamarc, esa pobre niña rica que, como el Ave Fénix, se verá obligada a resurgir una y otra vez de sus cenizas.

Elena Lamarc nace en los años previos a la Guerra Civil, en el seno de una familia rica pero profundamente infeliz. Marcada por su condición de hija no deseada, Elena se empeña en abrirse camino en la vida por sus propios medios en un tiempo en el que las mujeres estaban llamadas a dedicarse a sus labores. Su camino se cruzará con el de Carlos Company, y entre ellos surgirá una relación complicada, difícil, apenas salpicada de romanticismo.

No es Elena Lamarc un personaje amable, con el que lector sienta la necesidad de empatizar, a pesar de sus miserias. Quizá porque ella misma se resiste a ser una víctima de su tiempo y sus circunstancias, y las mujeres fuertes, con demasiado carácter, no gustan en general. A mí sí me inspiró mil sentimientos, a pesar de su aparente frialdad y fortaleza. Sentí pena por ella, sentí rabia, a veces no la entendí. Pero la vida, a veces, nos forja un carácter que no es el más agradable, pero sí el único posible.

“El final del Ave Fénix” es una historia que, a pesar de dedicar gran parte de su narración a contarnos una historia de amor, apenas nos deja algún instante de romanticismo. La relación entre Carlos y Elena está demasiado marcada por su tiempo, por los negocios y la soberbia. A ratos, lo reconozco, eché de menos un pequeño bálsamo, algún instante en el que todo resultara menos áspero, menos duro.

Contado así, quizá no estoy incitando precisamente a su lectura. Pero no me entendáis mal. Todo lo contrario. Me ha encantado la forma de contarlo de Marta Querol, la fortaleza y la fuerza que se desprenden de las páginas de su novela. Pero es una novela para leer con el cuerpo confortado y buen ánimo, sin prisa ni prejuicios. 

14 comentarios:

  1. Me alegro de que la hayas disfrutado!
    Un beso

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  2. Me gustó mucho esta novela. Tengo pendiente de lectura la segunda entrega: Las guerras de Elena. Besos.

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  3. La leí hace unos meses y me gustó mucho,ahora quiero hacerme con la continuación
    Besos

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  4. Me alegro que te haya gustado, personalmente lo tenía apuntado pero me parece que había caído en el olvido
    besos

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  5. Tengo en mente leerla... este año no me daba tiempo. Es una autora que he descubierto en el mundo blogger y tiene muy buena pinta.
    Besos

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  6. Yo la iba al leer para el reto de la A a la Z pero voy muy mal de tiempo y he cambiado de autor. No obstante, lo haré un poco más adelante.

    Besos

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  7. Esta novela iba a ser mi Q hasta que me dio la pereza y opté por Quiroga. Está claro que me equivoqué.
    Besos.

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  8. Pues me lo llevo. No te entiendo mal, a mi me has convencido...
    Gracias por tu reseña! Besos

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  9. Desde luego eso del amor evitando limitarse al enfoque romántico más habitual, yo que cada vez creo que soy más "práctico", creo que me podría interesar. Al margen de esa prosa y del perfil de la protagonista, algo atípico pero magnético a su manera.

    Un besote!

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  10. Ya la tenía fichadita y tu reseña me confirma que tengo que leer este libro.
    Besotes!!!

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  11. Pues no me importaría leerlo =)

    Besotes

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  12. La tengo desde hace tiempo en casa pero me da cierta pereza.

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  13. Me ha pasado pocas veces, porque reconozco que siempre busco lecturas feelgood, pero es cierto que alguna vez me he encontrado con protas como esta Elena Lamarc, que las encontraba secas (por no decir antipática) y con las que no empatizaba lo más mínimo. Y aún así, la novela funcionaba muy bien, así que entiendo a lo que te refieres :-) Besotes.

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  14. Lo que cuentas es interesante pero al mismo tiempo me da que es una novela del montón, de esas sobre lo duro que era ser mujer durante el franquismo y que cuentan decenas de ejemplares.
    besos

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