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jueves, 18 de febrero de 2016

¡Abajo el colejio!, por Geoffrey Willans y Ronald Searle.

“¡Abajo el colejio!” es, aunque por su título no lo parezca, un clásico de la literatura  inglesa editado hace ya tres años por la editorial Impedimenta. Escrita por Geoffrey Willans e ilustrada por Ronald Searle, todo en esta pequeña obra respira gamberrismo e ironía, aunque resulta imprescindible saber ubicarla en su época (1953) para entender su carácter transgresor.

Nigel Molesworth es el protagonista y narrador de esta historia. Interno en el Colegio San Custodio, asistiremos a las gamberradas que Nigel lleva a cabo junto a su amigo Peason. Entre sus víctimas se hallan con frecuencia Fotherington – tomas (que es un blandengue y un barbilindo) o su propio hermano Molesworth – 2 (un blandengue llorica del que reniega con toda su alma).

A través de los ojos de Nigel, Geoffrey Willans retrata con acierto e ironía a una época marcada por el final de la guerra y las diferencias sociales, donde se desborda por encima de todo, en su narración, la necesidad de reírse de todo, del pasado y del futuro. El azote de Willans no se limita a la vida educativa de los años cincuenta, sino que alcanza a la política, la religión y la misma historia, aportando una luminosa y divertidísima visión de ella.

Mi opinión sobre los responsables de la situación mundial se resume en la siguiente lista:
·         los rusos son unos sirvenguenzas.
·         los americanos son unos tuercevotas.
·         los franceses son unos gandrules.
·         a los alemanes mejor nimentarlos
·         los ingleses son valientes y nobles y los mejores de todos.

La única forma posible de alcanzar la Paz es aogarlos a todos en el mar.

Las ilustraciones de Ronald Searle casan a la perfección con el tono y la narrativa de Willans, manteniendo el tono mordaz de las letras en sus dibujos.

El único pero que le encontraréis es que la ortografía del pequeño Molesworth deja bastante que desear, por lo que el texto está plagado de errores de todo tipo que a veces dificultan un tanto la lectura. Aún así, las apenas 110 páginas de “¡Abajo el colejio!” merecen el esfuerzo. Y mención especial se ha ganado también Jon Bilbao con el trabajo de traducción, que imagino ha debido de ser una tarea realmente ardua, ya que no sólo debía lidiar con un texto lleno de errores intencionados, sino que debía mantener el espíritu de la obra.


“¡Abajo el colejio!” es una lectura perfecta para romper con vuestras lecturas habituales, añadiendo algo de sal y pimienta y saliendo del área de confort en el que muchos nos movemos normalmente. Disparatada y gamberra, no estamos ante una novela de humor, ni una novela ilustrada al uso, sino que es ambas cosas y además, un estupendo (y ácido) retrato de un país y una época.