martes, 31 de enero de 2017

"Hasta el fin de tus días", por Mark Edwards.


En el tren nocturno a Sighisoara, Laura y Daniel conocen a Ion y Alina. En ese momento, su idílico viaje por Europa se trunca y acaban siendo expulsados del tren en una estación abandonada en medio de los bosques de Rumanía. Es sólo el comienzo de la noche más larga de sus vidas. Una vez de vuelta en Londres, Laura y Daniel juran no contarle a nadie lo ocurrido. Pero a pesar de intentar retomar sus vidas, la pesadilla les persigue.

No soy muy dada a reproducir aquí las sinopsis de los libros que voy leyendo pero, en este caso, necesitaba hacerlo porque fue la razón por la que me lancé a leer esta novela, sin ningún tipo de referencia previa. Y es que no me digáis que no es tentadora.

Mark Edwards marca un ritmo brutal desde el principio, y no baja un poco hasta rebasada la primera mitad de la novela, cuando se empieza a intuir qué está pasando. Hasta ese momento, todo son preguntas, conjeturas, giros y muchísima tensión.

Aunque estamos ante un thriller de manual, la novela se permite coquetear, en algunos instantes, con el género de terror. Y yo, a pesar de que no soy nueva en estos menesteres, he pasado algún ratito realmente malo, de ésos de ver sombras por el rabillo del ojo y encender todas las luces de la casa para ir a por un vaso de agua a la cocina.

Quizá haya disfrutado tanto de ella porque no tenía ninguna expectativa y porque se lee sin que uno se dé cuenta. La estructura de la novela, armada en capítulos cortos, y la sencilla prosa del autor, sumado a la intriga que te posee, hace que se devore.

A pesar de ello, soy consciente de que el autor deja caer, con más frecuencia de la que sería deseable, ciertos clichés que ya hemos visto mil veces, y que abusa un poquito de los giros y las sorpresas, de modo que al final uno acaba un poquito mareada de tanto dar vueltas.

Pero la novela funciona, es adictiva, los personajes son lo suficientemente sólidos y la ambientación está cuidada y es efectiva, aún  sin ser novedosa. Y su principal arma, la trama, es lo bastante compleja como para que no puedas adivinar, por mucho que lo intentes, qué pasó aquella noche en el bosque...

viernes, 27 de enero de 2017

"El jardín de cartón", por Santiago Álvarez.

Os traigo hoy una novela tan peculiar como su personaje protagonista, una historia de detectives que conjuga con acierto lo clásico y lo actual, y en la que su autor, Santiago Álvarez, combina un montón de elementos de aquí y allá dando lugar a una novela divertida, intrincada y muy equilibrada, cosa a priori más que complicada viendo la cantidad de elementos con los que se atreve a jugar.

Y es que Mejías, detective de gabardina y corrosivo sentido del humor, no era un personaje nada fácil. Pero es difícil no sucumbir a su agilidad mental, su atrevimiento y su mala idea, a sus sueños narrados a ritmo de guión cinematográficos, con sus planos, sus travellings, sus ocasionales fundidos a negro. El cine clásico, el de Bogart y compañía, son el universo en el que Mejías se ampara para huir de este mundo podrido. Pero actúa también como una especie de leiv motiv, una forma de vivir y afrontar la realidad. Porque los héroes del celuloide nunca mueren, y eso aún convierte a nuestro intrépido detective en un ser más arriesgado, más majadero, insufrible incluso si no fuera por ése sentido del humor, ágil, ácido e incontenible. Mejías es el alma de este historia, ya lo veis.

Sin perder de vista a este eje en forma de personaje, la trama de la novela se arma en torno a la búsqueda de un tesoro perdido y, sobre todo, trae al frente algunos de los temas de mayor actualidad: desahucios, corrupción, política… No es de risa precisamente el retrato que se hace de la ciudad de Valencia. Quizá aquí cualquier parecido con la realidad no sea coincidencia. Porque Santiago Álvarez dibuja las dos caras de una misma moneda, la luminosa Valencia de las Fallas y la pólvora, del Miguelete y la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Y en el reverso, una ciudad gobernada por una amalgama informe compuesta por banqueros, empresarios y políticos sin escrúpulos.

“El jardín de cartón” es una solvente novela de detectives, con una trama lo bastante compleja para sostenerse por sí sola, pero que no dejaría tan buena sensación final de no ser por sus personajes, que son realmente el alma de la historia: Mejías, Berta, los Fuster, Eva y Julia Ferrer… Unos entrañables, otros repugnantes, sórdidos, pero todos ellos con el carácter y la fuerza suficiente como para quedarse un largo tiempo en la memoria del lector.

martes, 24 de enero de 2017

"El niño pájaro", por Juan Manuel Peñate.

Lo que hacemos, lo que creemos hacer, lo que vemos, lo que creemos ver… Todo está aquí – terminó reflexionando el viejo llevándose el dedo índice a la sien -. Incluso después de muertos seguimos siendo esclavos de nuestras pasiones y adicciones, nuestras pequeñas ansias y obsesiones.

“El niño pájaro” ha sido una grata sorpresa en muchos aspectos. Y es que aún sabiendo que era un libro que había gustado mucho a otros blogueros, tenía mis reticencias por dos razones: primero por tratarse de relatos, que siempre nos imponen un poquito a los lectores, por aquello de que hay que amoldarse a su extensión y nos suelen dejar un poco “a medias”; y segundo porque sabía que abordaba géneros como la ciencia ficción y la fantasía, dos terrenos que me gusta frecuentar pero que últimamente, tengo la sensación de que no hay nada nuevo bajo el sol.

Y, sin embargo, lo que más me ha gustado de estos relatos es su deliciosa originalidad, especialmente cuando se adentra en el género de la fantasía. Y es que aunque se intuyen ecos de autores como Rothfuss o el mismísimo Tolkien, se percibe sobre todo la voz del propio autor, que se atreve con mezclas arriesgadas o con historias ya contadas mil veces, pero aportándoles siempre algo nuevo.

Ocurre por ejemplo en “La última lectura”, el relato que abre este volumen, que comienza como historia de terror, con un marcado toque clásico, una ambientación muy gótica y que de repente, se adentra sin que puedas esperarlo en un terreno totalmente distinto del que es mejor no revelar nada.
Más que este aún me gustó “Club Paradise”, donde se confrontan realidad y ficción, el concepto que tenemos de ambos, y que desemboca en un selecto y encantador lugar.

“El niño pájaro” es la historia central y también la más extensa, conformando casi una novela  en sí misma. Con esos personajes y ésa ambientación, os aseguro que George R. R. Martin habría tenido para escribir una saga de ocho volúmenes. Peñate se conforma con condensarlo en mucho menos espacio, y nos regala una pequeña novela fantástica que se lee en dos sentadas y que estoy segura que hará las delicias de los fieles del género.

Mi favorito, sin embargo, ha sido “¡Feliz No Cumpleaños!”, una brevísima historia que homenaje a “Alicia en el País de las Maravillas”, que sin embargo, no es una novela que me haya entusiasmado especialmente nunca.

Cierra este volumen de relatos “La gasolinera” que combina la ciencia ficción y un poquito de romanticismo, dejándonos un agradable sabor de boca y demostrando de nuevo que el que arriesga, en este caso, gana.

Encontraréis, como veis, un poquito de todo en “El niño pájaro”. Una lograda ambientación, una prosa bonita, cuidada; un trabajado desarrollo de los personajes y una buena dosificación de la información y la acción, que la hacen merecedora de un lugar en las estanterías de cualquier lector, especialmente aquellos que frecuentan los géneros que se visitan aquí.

miércoles, 18 de enero de 2017

"Besos sabor a café", por Raquel Antúnez.

A todos nos gustan los besos con sabor a café. No me digáis que no. También los chicos como Carlos, pero creo que esos no existen. Al menos no fuera de la novela de Raquel Antúnez que hoy os traigo. Pero es bonito pensar que sí, ¿verdad?

Adriana dejó Canarias hace años de la mano de Álvaro, ambos en busca de un futuro mejor. Siete años más tarde, su relación está en un punto de no retorno. Sobreviven gracias al precario trabajo de él mientras ella acumula años y kilos en casa. Y un buen día, corriendo por el parque, Adriana se tropieza con Carlos y ¿ya adivináis qué pasa, a que sí?

Adriana, Álvaro y Carlos se ven inmersos en un triángulo amoroso que no sólo vive de besos y algún momento erótico. Su historia viene salpicada de bocados de realidad: el desempleo, la soledad, una bofetada puntual, la paz momentánea que ofrece una botella, el desamparo de los que abandonan a los suyos en busca de una oportunidad… Es en esta dinámica en la que mejor funciona “Besos sabor a café”,  mucho mejor como novela romántica con trasfondo de actualidad que como novela chick lit o similares.

Me ha gustado mucho también el buen ritmo de la novela, armada en capítulos cortos, sin abusar demasiado de los típicos encuentros y desencuentros del género, con un lenguaje sencillo pero correcto y sin caer ésa dejadez gramatical que a veces me he topado en las novelas autoeditadas y que aquí he percibido más cuidada.

Y supongo que ahora toca hablar de lo que no me ha gustado, que ya os digo que es algo más bien anecdótico, ya que en conjunto, me ha parecido una estupenda historia escrita con ganas y gusto.

Peeeero….

Pero si hay algunas cosas que cambiaría. Porque no me gustó que Adriana tarde tanto en darse cuenta de hacia adonde va lo suyo con Álvaro, ni me gustó que sea tan ingenua, ni me gusta que moje las bragas, perdonadme la expresión, con tantísima frecuencia. Y especialmente me molesta esto último. Entiendo que vivimos aún las secuelas de “50 sombras de Grey”, no hay más leer el primer capítulo, pero de verdad que la novela no lo necesita y que las alusiones me han parecido excesivas.

Y esto enlaza con lo poco, poquísimo, que me gusta ésa portada. Sobre todo porque no es representativa de lo que contiene y porque puede llevar a equívoco a los posibles lectores que se acerquen a ella. “Besos sabor a café” es, en contenido, mucho más bonita y honda de lo que denota ésa imagen y me atrevería a decir que podría llegar a espantar a algún posible lector que podría disfrutarla. No sé si os parece un aspecto superficial, pero en mi caso creo que es un factor más determinante de lo que pensamos para comprar, o no, un libro. Yo, por suerte, leí este sin fijarme en ella. De no haberlo hecho, me habría perdido una estupenda historia.





jueves, 12 de enero de 2017

"La caricia de Tánatos", por María José Moreno.

“La caricia de Tánatos” es, como ya sabéis, el primer volumen de la Trilogía del Mal de María José Moreno. Una historia de la que se ha hablado mucho en la blogosfera en los últimos tiempos y casi siempre muy bien. De hecho, no ha sido raro verla entre vuestras listas de mejores lecturas del pasado año. Así que me armé de valor, porque hay que hacerlo para adentrarse en una saga en estos tiempos que corren, y traté de frenar mis expectativas, que suelen jugarme alguna que otra mala pasada. Y lo cierto es que no ha sido una lectura fácil…

Supongo que mi error de base fue olvidar que estamos ante una primera novela, y que eso tiene que notarse. Me costó Dios y ayuda entrar en la historia, lo reconozco. El lenguaje de la autora, aunque correctísimo, se me antojaba poco natural en boca de sus personajes, con diálogos muy largos, faltos de dinamismo y realidad. La relación de Miguel y Mercedes, que se cuaja en las primeras páginas de la novela, se me antojó algo precipitada y no me los terminaba de creer, ni juntos ni por separado. Creo que no terminaba de ver adonde se dirigía la historia.

La introducción del antagonista y de Marina, con su carácter débil y manipulable, le otorgaron un plus a la trama, y ahí sí, comenzó a despertar mi interés. Tanto que una vez me planté en la mitad de las páginas, me las acabé bebiendo con ganas. Me gustó, sobre todo, lo que María José Moreno aporta desde su ángulo de psiquiatra: su visión de cada paciente, los distintos enfoques y metodologías, cómo dibuja el rol de Marina y nos habla a través de ella del maltrato psicológico y sus consecuencias.

Poco a poco también me fueron ganando sus personajes y sus realidades, sus dificultades para gestionar la culpa, la vergüenza, los remordimientos, la pérdida… Mercedes, Miguel, Marina, todos ellos representan distintas realidades, distintos miedos que habitan en cualquiera de nosotros. Me parecieron sumamente reales y bien elaborados, por lo que me interesa seguir su progresión en las dos novelas que conforman la trilogía.

Merece también una mención la ambientación en la ciudad de Córdoba, lugar de residencia de la autora, que sin tener un excesivo protagonismo, sí se dibuja como una urbe inquieta y viva, que no se deja asfixiar por el calor que la castiga.

Me ocurre a menudo que estas historias, en las que cuesta un poquito entrar, son aquellas que mejores sensaciones me acaban dejando. Así me ha ocurrido con “La caricia de Tánatos”, cuya continuación ya tengo entre manos.

martes, 10 de enero de 2017

"Anómalo", por David Zurdo y Hugo Stuven.

No puede ser más elocuente el título de esta novela, “Anómalo”, escrita a cuatro manos por David Zurdo, un nombre que no será nuevo para aquellos que frecuentáis el género de terror, y Hugo Stuven, que no es solamente coautor, sino también director del largometraje. Pocas veces sucede, como aquí, que novela y guión cinematográfico se escriban casi a un tiempo, sin partir del uno hacia el otro. Una peculiaridad que se puede palpar en la lectura de la novela, que cuenta además con epílogo del protagonista del filme, Lluís Homar.

Quiero puntualizar, ante todo, que no he tenido oportunidad de ver la película ni leer el guión, por lo que las sensaciones que aquí se plasman se ciñen al ámbito de la novela como tal. No sé si lo que no funciona aquí lo hará en la versión para la pantalla grande o al revés. Solamente he visto el tráiler, que podéis cotillear aquí, y que me ha dejado buenas sensaciones.

Volviendo a la novela, ésta se articula en capítulos cortos que giran en torno al día 0, el eje central de la trama, en el que la agente del FBI Maia Kensington interroga al psiquiatra Robert Friedhoff acerca de la extraña muerte del joven David Jacobs. Viajaremos al pasado en forma de flashbacks para desentrañar que pasó con David, mientras Maia y Friedhoff juegan su particular pulso psicológico.

“Anómalo” cuenta con una atmósfera claustrofóbica, tanto en la sala de interrogatorios como en el periplo de David por Nueva York en los días previos a su muerte, cámara en mano, tratando de captar las voces que habitan en su cabeza, tal como su psiquiatra le ha propuesto en la terapia. Intuyo que toda esta parte debe funcionar mucho mejor en pantalla que en el papel, donde no se capta del todo esa inquietud que nos deben transmitir las imágenes filmadas por David. También he tenido la sensación de que se dejan caer, de cuando en cuando, demasiados clichés propios del género de terror, que no acaban de casar con el ambiente de la novela, más propia del thriller psicológico. Como si la novela coqueteara con varios géneros sin terminar de decantarse por uno de ellos.

El ritmo resulta algo irregular, con un arranque potente, una parte central que pierde fuelle y un final muy dinámico pero que cae en la precipitación y en el que se acaban mezclando. a mi parecer, demasiados conceptos en poco espacio.

En líneas generales me ha parecido una novela correcta, sin grandes alardes literarios, en la que se nota que el objetivo último quizá no sea la novela misma, pero que agradará a los amantes del género de terror y la ciencia ficción.

jueves, 5 de enero de 2017

"Adulthood is a myth", por Sarah Andersen.

Confieso que no frecuento a menudo el género del cómic, libros ilustrados ni similares a la hora de sentarme a leer, aunque sí tengo unos cuantos autores cuyo trabajo me gusta seguir por otras vías. Es el caso de Sarah Andersen, a la que podéis seguir en Twitter (@SarahCAndersen) o Facebook (Sarah's Scribbles), una jovencísima ilustradora que ha creado a un personaje al que adoro y con el que siempre, siempre, me siento muy identificada.


Y es que a esta chica, cabezona y de ojos saltones, le pasa lo que nos pasa a todos. Largas noches de desenfreno lector seguidas de mañanas de trabajo interminables, o ése jersey raído que ya no soporta una puesta más pero que sigues insistiendo en llevar un par de veces por semana, menstruaciones atroces y despendole económico en libros mientras en el súper te lanzas de cabeza a por las marcas blancas.

Todo eso y mucho más podéis encontrar en las tiras cómicas de Sarah Andersen, que se caracterizan, ante todo, por su sencillez a todos los niveles: desde el trazo y el uso del blanco y negro, hasta lo cotidiano de aquello que retrata, situaciones con las que es difícil que no se te escape la risa pensando en la última vez que te ocurrió a ti.


Os animo a visitar su página y a conocer un poco más el trabajo de esta autora, y si os encariñáis como yo lo hice con el personaje, no dudéis en llevaros a casa "Crecer es un mito" o, aún mejor, la versión original "Adulthood is a myth". Yo tuve la suerte de que alguien que me conoce mucho y muy bien me lo regalara por mi cumpleaños (¡gracias!), así que aún estáis a tiempo de pedírselo a los Reyes Magos, que están al caer.