Quiero escribir mi reseña
con el mismo espíritu con el que leí “Milena o el fémur más bello del mundo”.
Quiero olvidarme por completo de que viene con el sambenito de Premio Planeta. No
quiero acordarme de que hace nada lo ganó Clara Sánchez. No me quiero acordar de que a su autor le han
otorgado un reconocimiento en forma de cifra de seis números mientras un montón
de autores tan buenos como él pero menos conocidos se buscan la vida como
pueden para que se reconozca su trabajo. No he leído el resto de obras
finalistas, y por tanto no puedo valorar si es realmente la mejor. Puedo dudar,
por puro escepticismo. Pero no puedo afirmar. Así que voy a intentar centrarme
en la novela de Jorge Zepeda sin mencionar más al Planeta, ni al jurado, ni a
lo descreída y malpensada que soy. Como si se tratase, solamente, de una novela
más.
Dicen las sinopsis
oficiales que esta novela es un retrato de las mafias ucranianas que operan en
España y el resto del mundo. Mucho más que eso, a mí me ha parecido un
devastador retrato de la violencia contra la mujer, duro y narrado sin un ápice
de benevolencia, pero sin recrearse en sus miserias, conformando una especie de
narración aséptica que la hace aún más cruda si cabe.
Milena se llamaba
realmente Alka cuando salió de Jastrebarsko, en Croacia, a los dieciséis años.
Viajaba con una amiga para trabajar en un restaurante de comida balcánica en
Berlín. Antes de alcanzar siquiera la frontera, ya era una esclava sexual más
en manos de una poderosa mafia dedicada a la trata de blancas, además de otros
negocios. Un magnate mexicano otorgará a Milena una pequeña temporada de
amparo, pero su suerte se tuerce de nuevo cuando el hombre muere y ella se ve
obligada a reemprender la huida. En su escapada, su camino se cruzará con el de
Los Azules, un grupo de justicieros formado por una política de izquierdas, un
periodista y un especialista en seguridad informática.
La novela de Jorge Zepeda
es, ante todo, una historia que se sustenta en sus personajes. Quizá por eso
son sus nombres los que encabezan cada capítulo, junto a una pequeña referencia
personal. Todos ellos aparecían ya en la novela previa del autor, “Los
corruptores”, que no he leído pero a la que no me importaría aproximarme más
adelante. Y todos ellos son dibujados con esmero por el autor, que dedica una
parte importante del arranque de la novela a dotarlos de personalidad y fuerza.
Así, a pesar de que la narración de Milena es quizá la más apasionante y
sobrecogedora, no carecen de interés las motivaciones de Amelia, Tomás o Jaime.
Quizá otorga especial fuerza el autor a los personajes femeninos, creando
mujeres que, a pesar de vivir sometidas de una forma u otra, tienen los
suficientes arrestos como para luchar por sus creencias. Desde la lucha de
Milena por su propia libertad a la emocional Amelia, dama de hierro de la izquierda, mujer intachable, sarcástica y
valiente, que se mueve con coraje en un mundo de hombres.
La ambientación es otro
de los puntos fuertes de “Milena…”. Jorge Zepeda dibuja un sistema podrido
hasta la raíz, en el que políticos, periodistas o funcionarios amparan a las
mafias y se venden al mejor postor. Refuerza estas sensaciones con los
capítulos titulados “Ellos”, en los que hombres poderosos y reconocidos de
distintos ámbitos de la sociedad narran en primera persona su experiencia en el
mundo de la prostitución. Políticos, obispos o empresarios, todos ellos
miembros de un complejo engranaje que aplasta a la más débil, y en el que todos
colaboran. También tiene Zepeda mucho que decir del mundo del periodismo, un
universo que el autor conoce de primera mano, y que no sale mejor parado que el
sistema político. Habla de “periodistas castrados por su adicción al poder”,
líneas editoriales que publican bajo las siglas de los distintos partidos
políticos, seres corrompidos que manejan y desinforman según convenga.
Como os podréis imaginar,
estamos ante una lectura densa, no por la forma en que está escrita, pues el
lenguaje resulta realmente cuidado pero cómodo y asequible, sino por el fondo. La
historia que se cuenta es dura y áspera. El ritmo con que se desarrolla tampoco
es bondadoso con el lector. No es una novela de acción al uso, a pesar de que
pueda en ocasiones parecerlo. Las implicaciones políticas y sociales, el
profundo dibujo que se hace de los personajes, la extensa longitud de algunos
capítulos hacen que la cadencia de la novela resulte algo irregular, con
algunos fragmentos algo tediosos, especialmente si uno no tiene un exorbitado
interés en saber más sobre las mafias ucranianas y su complejo funcionamiento.
Los capítulos centrales, exceptuando aquellos narrados con Milena, pueden
llegar a resultar algo repetitivos, creándose ciertas relaciones entre los
personajes que a mí personalmente me han resultado forzadas y poco creíbles.
No son peros suficientes
para desechar la lectura de “Milena o el fémur más bello del mundo”. Jorge
Zepeda orquesta una novela moderadamente compleja, de intenso trasfondo social
y político, cruda y necesaria a un tiempo.